Inteligencia Artificial (IA)

21 de septiembre de 2025

¿Pueden las conversaciones con IA causar psicosis? Descubre lo que dice la ciencia

Inteligencia Artificial (IA)

21 de septiembre de 2025

¿Pueden las conversaciones con IA causar psicosis? Descubre lo que dice la ciencia

Descubre cómo la inteligencia artificial, presente en chatbots como ChatGPT, puede influir en la salud mental y el riesgo de psicosis. Analizamos casos, teorías y la necesidad de más estudios para entender este fenómeno emergente y sus implicaciones en la mente humana.

La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en una presencia constante en nuestra vida diaria. Desde los teléfonos inteligentes y los motores de búsqueda hasta los sistemas de diagnóstico médico y la gestión empresarial, la IA está transformando sectores enteros. Ha revolucionado la detección temprana de enfermedades como el cáncer, facilita la educación a distancia y optimiza procesos tan diversos como el transporte y la atención al cliente. Sin embargo, este avance vertiginoso también plantea desafíos inéditos, especialmente en el ámbito de la salud mental.

Recientemente, psicólogos y psiquiatras han comenzado a alertar sobre un fenómeno inquietante: personas que, tras interactuar de manera prolongada con chatbots como ChatGPT o Microsoft Copilot, han desarrollado episodios psicóticos. Aunque la evidencia aún es limitada y el fenómeno minoritario, la preocupación crece en la comunidad científica.

Un estudio preliminar señala que al menos 17 personas han presentado síntomas psicóticos tras mantener conversaciones extensas con estas herramientas. Los afectados describieron experiencias como “despertares espirituales” o la revelación de supuestas conspiraciones, llegando a perder la capacidad de distinguir entre la realidad y la fantasía.

La psicosis implica una alteración profunda de la percepción de la realidad, con alucinaciones, delirios y creencias infundadas. Tradicionalmente, se ha asociado a trastornos como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, situaciones de estrés extremo o el consumo de sustancias. Que la IA pueda actuar como desencadenante es una hipótesis emergente, conocida ya como “psicosis de la IA”.

El psiquiatra Søren Østergaard, de la Universidad de Aarhus, advierte que aún no existen pruebas concluyentes, pero sí teorías plausibles. Una de ellas apunta al diseño de los chatbots, programados para ofrecer respuestas coherentes y humanas, lo que podría aumentar la confusión en personas vulnerables a distinguir entre lo real y lo imaginario.

Investigadores británicos han sugerido que las conversaciones con IA pueden generar un bucle de retroalimentación: si un usuario expresa ideas paranoicas, el chatbot podría, inadvertidamente, reforzar esas creencias. Un experimento reciente simuló diálogos en los que tanto el usuario como la IA terminaban alimentando mutuamente la paranoia.

Aunque estos casos son poco frecuentes, los expertos coinciden en que las personas con antecedentes de problemas de salud mental son las más susceptibles. Según Østergaard, la IA podría precipitar un primer episodio psicótico en individuos predispuestos, o agravar síntomas en quienes ya padecen trastornos como el bipolar, reforzando estados de ánimo eufóricos o sensaciones de grandiosidad.

La neurocientífica Kiley Seymour, de la Universidad Tecnológica de Sídney, destaca el aislamiento social como un factor de riesgo adicional. La falta de interacción humana priva a las personas de ese “contrapeso” necesario para cuestionar pensamientos distorsionados. En cambio, para quienes no tienen predisposición a la psicosis, el riesgo de desarrollar estos episodios tras interactuar con chatbots parece ser bajo.

Por ahora, no hay evidencia suficiente para establecer una relación causal entre el uso de chatbots y la aparición de psicosis. Los estudios realizados se basan en casos aislados y simulaciones. Los especialistas insisten en la necesidad de investigaciones más amplias, que incluyan a personas sin antecedentes psiquiátricos, para determinar si estamos ante un fenómeno emergente o simplemente ante la exacerbación de trastornos preexistentes.

La inteligencia artificial representa una de las mayores revoluciones tecnológicas de nuestro tiempo, con aplicaciones que pueden mejorar la vida de millones de personas. Sin embargo, comprender sus posibles efectos psicológicos será fundamental para aprovechar su potencial de forma segura y responsable, sin descuidar los riesgos para la salud mental.

Germán Huertas

Investigador Tecnológico y Pensador Independiente. #NoCode #IA

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REDACTOR JEFE

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La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en una presencia constante en nuestra vida diaria. Desde los teléfonos inteligentes y los motores de búsqueda hasta los sistemas de diagnóstico médico y la gestión empresarial, la IA está transformando sectores enteros. Ha revolucionado la detección temprana de enfermedades como el cáncer, facilita la educación a distancia y optimiza procesos tan diversos como el transporte y la atención al cliente. Sin embargo, este avance vertiginoso también plantea desafíos inéditos, especialmente en el ámbito de la salud mental.

Recientemente, psicólogos y psiquiatras han comenzado a alertar sobre un fenómeno inquietante: personas que, tras interactuar de manera prolongada con chatbots como ChatGPT o Microsoft Copilot, han desarrollado episodios psicóticos. Aunque la evidencia aún es limitada y el fenómeno minoritario, la preocupación crece en la comunidad científica.

Un estudio preliminar señala que al menos 17 personas han presentado síntomas psicóticos tras mantener conversaciones extensas con estas herramientas. Los afectados describieron experiencias como “despertares espirituales” o la revelación de supuestas conspiraciones, llegando a perder la capacidad de distinguir entre la realidad y la fantasía.

La psicosis implica una alteración profunda de la percepción de la realidad, con alucinaciones, delirios y creencias infundadas. Tradicionalmente, se ha asociado a trastornos como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, situaciones de estrés extremo o el consumo de sustancias. Que la IA pueda actuar como desencadenante es una hipótesis emergente, conocida ya como “psicosis de la IA”.

El psiquiatra Søren Østergaard, de la Universidad de Aarhus, advierte que aún no existen pruebas concluyentes, pero sí teorías plausibles. Una de ellas apunta al diseño de los chatbots, programados para ofrecer respuestas coherentes y humanas, lo que podría aumentar la confusión en personas vulnerables a distinguir entre lo real y lo imaginario.

Investigadores británicos han sugerido que las conversaciones con IA pueden generar un bucle de retroalimentación: si un usuario expresa ideas paranoicas, el chatbot podría, inadvertidamente, reforzar esas creencias. Un experimento reciente simuló diálogos en los que tanto el usuario como la IA terminaban alimentando mutuamente la paranoia.

Aunque estos casos son poco frecuentes, los expertos coinciden en que las personas con antecedentes de problemas de salud mental son las más susceptibles. Según Østergaard, la IA podría precipitar un primer episodio psicótico en individuos predispuestos, o agravar síntomas en quienes ya padecen trastornos como el bipolar, reforzando estados de ánimo eufóricos o sensaciones de grandiosidad.

La neurocientífica Kiley Seymour, de la Universidad Tecnológica de Sídney, destaca el aislamiento social como un factor de riesgo adicional. La falta de interacción humana priva a las personas de ese “contrapeso” necesario para cuestionar pensamientos distorsionados. En cambio, para quienes no tienen predisposición a la psicosis, el riesgo de desarrollar estos episodios tras interactuar con chatbots parece ser bajo.

Por ahora, no hay evidencia suficiente para establecer una relación causal entre el uso de chatbots y la aparición de psicosis. Los estudios realizados se basan en casos aislados y simulaciones. Los especialistas insisten en la necesidad de investigaciones más amplias, que incluyan a personas sin antecedentes psiquiátricos, para determinar si estamos ante un fenómeno emergente o simplemente ante la exacerbación de trastornos preexistentes.

La inteligencia artificial representa una de las mayores revoluciones tecnológicas de nuestro tiempo, con aplicaciones que pueden mejorar la vida de millones de personas. Sin embargo, comprender sus posibles efectos psicológicos será fundamental para aprovechar su potencial de forma segura y responsable, sin descuidar los riesgos para la salud mental.

Germán Huertas

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